lunes, diciembre 15, 2025

jueves, diciembre 11, 2025



Un tronco cae en la cabeza de una mujer y no la mata


I.


Una vez me cayó un tronco en la cabeza y no me mató. Era grueso, no muy largo. Me encontraba en la fiesta de un amigo de mi hermana. Por suerte, el tronco estaba hueco, aun así era muy sólido y pesado. El anfitrión de la fiesta —un francés que vivía con su chico en un departamento grande, en medio de un barrio arbolado y lleno de cafés y gente paseando perros bañados oliendo a acondicionador— lo había comprado en un viaje a Chiapas; ahí los venden a turistas como tambores.


Como no conocía a casi nadie en la fiesta, me acerqué al librero para evadirme un poco —y también mirar con interés real— los libros que había. Di la espalda a lxs invitadxs detrás de mí y me sumergí en mi contemplación. No eran muchos. Estirando todos los minutos que ese acto podía salvarme de intentar interactuar, me volví hacia la fiesta; antes de decidir a dónde iba a ir a intentar integrarme, me recargué unos momentos en el librero. Ahí fue donde todo sucedió: al recargarme, lo moví un poco y el tronco, que se encontraba en su cima, rodó y cayó sobre mi cabeza. El golpe fue igual que el tronco: sólido y duro, pero, sobre todo, desconcertante. Para mí y para todxs en la fiesta, más que nada por el ruido que hizo al caer al piso después de su primer aterrizaje en mi cabeza.


Lo siguiente sucedió como en cámara lenta y rápida a la vez: corrieron a ver qué había pasado, me sentaron, me llevaron hielo, revisaron mi cabeza, me dieron agua, etc. Pero yo me sentía bien, en realidad sí me dolía, pero tampoco era tan intenso; ese día me había peinado un gran chongo con todo mi cabello
—que es crespo arremolinado justo encima de mi cabeza, esto amortiguó el golpe. Era más el susto lo que me tenía un poco paralizada.


Tanta atención de repente me obnubiló. Yo sentía que me veían con la necesidad de algo más, de que algo en verdad me pasara, como si les debiera un espectáculo; como que, si me hubiera desmayado, el suceso tendría un sabor más honorable, tendría más elegancia la vulgaridad del accidente, y entonces habría valido la pena detenerlo todo y hacerme el centro de atención. Pero no fue así, no hubo tal acontecimiento, yo seguía despierta, incómoda por la molestia que estaba causando. Permanecí sentada un rato, con un trapo lleno de hielos en la cabeza. Poco a poco, la gente a mi alrededor se fue disipando. Los hielos empezaron a derretirse y el agua fría resbalaba por mi cuello y mojaba mi ropa; empecé a sentir escalofríos.


No soporté mucho. Pocos minutos después me despedí, no porque me doliera el golpe del tronco en la cabeza, sino por la anatomía de las miradas: pasé de ser totalmente ignorada a ser demasiado vista, pero ahora me veían con sorpresa, preocupación y miedo de que en cualquier momento cayera al suelo convulsionándome y arruinara la fiesta. 


Después de convencer a mi hermana de que iba a estar bien, llamé un taxi y me fui. Le pedí, como favor especial, que ella se quedara disfrutando de la música y las bebidas. Llegué a mi casa, me acomodé en el sillón con una pequeña manta y me puse a ver la tele.
Mientras pasaban capítulos de alguna serie que ahora no recuerdo, lloré durante varias horas. Sentía algo en mí muy lastimado, pero no era la cabeza.


II.



Las palabras que podría utilizar para describir la sensación de un tronco cayendo en tu cabeza son:


golpe
sorpresa
ardor
aturdimiento
silencio
dolor
mareo
miedo
perturbación
muerte (posibilidad)
sangre (aunque ese día no sangré)
hormigueo
adormecimiento
vómito

vergüenza

tartamudeo

estupidez

desmayo

ganas de desaparecer



III.



He tenido otras veces una sensación similar: golpes atordecedores que vuelvo a sentir que debo desmayarme, que la ocasión lo amerita, pero no lo hago. Sigo. No han sido golpes físicos, en el sentido estricto, han sido más bien emocionales, pero sí se manifiestan en el cuerpo. La misma sensación de adormecimiento, ardor, miedo, mareo, vómito, hormigueo, querer desaparecer, etc. se repite.


Una vez, por ejemplo, fue cuando el hombre con el que salía y de quien en poco tiempo me había enamorado, un par de semanas después de decirme que conmigo nunca pensó tener nada serio, llevó a una reunión a su novia, con quien,
un par de meses después, se fue a vivir e hizo planes para casarse. Cuando la conocí, una de las primeras cosas que noté fue su hermoso cabello: completamente lacio y brillante.


Otra vez, fue cuando me hablaron por teléfono para decirme que a mi sobrino lo habían matado unos sicarios en Iztapalapa. De este atormecimiento nunca me he recuperado; desde ahí sigo no desmayándome, siguiendo despierta, pero sintiendo el escalofrío de las gotas frías por mi espalda. Sigo llorando mientras veo la tele, voy al trabajo, cocino, me baño, me acuesto, etc. 




lunes, noviembre 24, 2025

miércoles, noviembre 19, 2025

 

A wound gives off its own light
surgeons say.
If all the lamps in the house were turned out
you could dress this wound
by what shines from it.

Una herida arroja luz propia,
dicen los cirujanos.
Si todas las luces de la casa estuvieran apagadas
podrías adornasr esta herida
con su brillo. 

Fragmento de La belleza del marido de Anne Carson, traducción de Ana Becciu 


viernes, noviembre 14, 2025

 


Mito sobre la escritura:


Mito

La escritura es apabullante. Quien escribe sufre por escribir. Desde la niñez lleva un diario y escribe cuentos y poemas. En la juventud, sabe que esa es su vocación y no puede renunciar a ella. La escritura le persigue, es su forma de vida. Come y respira escritura. 

Contramito

A veces la escritura habita con más timidez en algunas personas, asomándose apenas, como puntas de papeles que se escapan de una carpeta. 



jueves, noviembre 13, 2025

 


El que se va se lleva su memoria, 

su modo de ser río, de ser aire, 

de ser adiós y nunca. 


Rosario Castellanos 







jueves, octubre 16, 2025

sábado, septiembre 27, 2025

 

“You’re smarter than me,” she would say, though no one else had ever told me so. “You just don’t have proof yet.”

And I believed her. Because if anyone could see through the skin of this world, it was Aadya. She had always known how to decode the system ; while others focused on its forms and rules, Aadya mapped the silences, threading the spaces between questions where truth could be hidden. She once told me the world wasn’t made of facts or laws but choices, and who got to make them. “Being seen,” she said, “is the first privilege.” She said it like it hurt.


"The Year My Sister Became a Border" de  Sharon Aruparayil y Kaya Joan



jueves, septiembre 04, 2025


 Consideraciones se deben tomar cuando se hace una consulta al I Ching:



  1. No se deben formular preguntas dicotómicas (que se contesten con Sí o No).
  2. Siempre se deberá de preguntar en primera persona, nunca en nombre de alguien más.
  3. La pregunta deberá tener la intención de conocer algo de sí mismx en relación con el mundo y el universo.
  4. El I Ching no predice el futuro, ayuda a entender el presente, incluso cuando se le pregunta acerca del pasado.
  5. El I Ching no nos dice nada nuevo, sino ayuda a verbalizar lo que ya sabemos. La información que nuestro cuerpo y alma guardan. 
  6. La pregunta que se formule debe ser sincera y  nacer de una necesidad real.
  7. El I Ching son metáforas, imágenes, escenas a veces misteriosas, no siempre es fácil de descifrar, implica esfuerzo y apertura.
  8. A veces, su respuesta puede ser avasalladora. Otras, de plano, no contesta. 
  9. Muchas veces no es clara su respuesta, pero la poesía con la que describe el mundo basta para verlo de una manera distinta: más brillante y espeso.
  10. Si se tiene suerte, una sola palabra puede contener todo lo que necesitábamos escuchar.



 

Summer

Last summer, two discrete young snakes left their skin
on my small porch, two mornings in a row. Being

postmodern now, I pretended as if I did not see
them, nor understand what I knew to be circling

inside me. Instead, every hour I told my son
to stop with his incessant back-chat. I peeled

a banana. And cursed God—His arrogance,
His gall—to still expect our devotion

after creating love. And mosquitoes. I showed
my son the papery dead skins so he could

know, too, what it feels like when something shows up
at your door—twice—telling you what you already know. 
 
Robin Coste Lewis en Voyage of the Sable Venus


sábado, agosto 30, 2025